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domingo, 19 de agosto de 2012

No era necesario saber quien la cantaba

Bien…
Después de haber visto “El Curioso Caso de Benjamin Button”, nose por qué parte de la historia por contar debo empezar.
Nose si por el comienzo, por el final, o por la parte intermedia del cuento.

Hay muchas películas que aun no he visto, hay muchas canciones que aun no he oído. Pero puedo rescatar saber que Bob Dylan metió a Los Beatles en drogas y entre otras razones que me están haciendo escribir esta tarde, porque sinceramente no encuentro la canción adecuada para inspirarme en este momento…será que ya todo está en mente.

Podría decir que todo empezó frente al mar, pero una voz dijo que era una inmensa pantalla de cine que luego se convirtió en “Un momento obviamente romántico”.
La pregunta es: si lo era realmente, o simplemente el clima quería forzar las cosas?
Me pregunto si la música fue un empujón a que las cosas que no fluyeron fluyan…
De repente no fue la música, pero si esas cuantas copas de vino.

Puedo recordar de la noche de ayer una inmensa inspiración castrada.
No era impotencia, no estaba por ninguna parte esa frustración, pero nada mejor que explicarlo como sentimientos castrados, que estaban ahí, y no podían ser expresados porque no existía un cómo.
Juro que no era impotencia...
Quiero saber que era lo que te decía el silencio, pues yo no pude oír nada.
Pero mi voz si hablaba para mí misma... Eso no creo que lo hayas podido escuchar.
Me preguntaba ¿por qué tuvo que haber respeto?
¿Lo contrario hubiera sido una falta?
¿Un error?
Tal vez es lo que hubiera querido que pase...o tal vez no...

Puedo contar sobre esa noche, que pasaron las mejores canciones en el mejor lugar y que la lluvia nos mojó también dentro del mejor paisaje y que las cosas no pasan por casualidad, si no por algo, pero yo no lo sé todavía, y no quiero investigarlo.
Quiero dejar que los momentos se sigan titulando como “un momento obviamente romántico”, porque me gusta que así sea, pero ya no puedo ir más allá.
Por algo es que las olas del mar llegaron sólo hasta la orilla, y no hasta nosotros. Por algo fue que esa noche no nos cayó encima una roca espacial. Por algo fue que hemos sobrevivido a una extraña noche en la que nos pudieron haber asesinado en una esquina Barranquina.

…Por algo existe la amistad…

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