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domingo, 19 de agosto de 2012

La tienda de celulares en el centro del mundo.

Recordando esos días en la tienda de celulares.
Escuchábamos los viernes a “Collective Soul”, pero no fuimos a su concierto.
Los sábados el piso era tan lustrado que parecía la pista de baile ideal.
Los lunes tirábamos los contratos al aire para demostrar la rebeldía.
Los miércoles nos íbamos a la canchita de Barranco y los jueves nos íbamos a la herradura.
Los martes veíamos videos de caídas en internet y nos reíamos demasiado.

Mucha gente entraba y salía, otros hacían cola.
Otros reclamos a todo pulmón.
Yo vivía enamorada de Claudia, ya que sólo tenía dos opciones, envidiarla o amarla, así que preferí lo segundo.

 Había un judío que siempre iba a llevarme rosas y un hawaiano a torturarme siendo mi cliente fantasma.
Tuve muy buena comunicación con un grupo de sordos mudos pero no se llevaron ni un chip.

Cantaba en el break con mi compañero de la competencia mientras nos tomábamos una tacita de café.

Pasé un verano, pasé un otoño, pasé un invierno y me fui a principios de la primavera.
Me fui a buscar nuevos amigos sin nunca olvidar a los que estuvieron conmigo aquella temporada en la “tienda de celulares”.



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