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domingo, 5 de agosto de 2012

La magia del telón

Los faroles alumbraban las calles de la Lima antigua con un encanto especial, dejándonos su hechizo decorado de neblina
Las plazas estaban cubiertas de magia invernal.
El agua de la pileta que sonaba al caer me hacía sentir que estábamos caminando del brazo sobre las fantasías de un soñador.
Esa misma noche se abrió el telón y comenzaron las hadas a danzar por el aire. Sin duda fue un ballet maravilloso.
El palco real adornado con pan de oro nos encerró a los dos en un cuadro, el cual fue el más bonito por haber sentido de cerca el sufrimiento de los danzantes.
Fueron recuerdos de acuarela, tal como me lo dijiste.
Momentos acuarelados que quedaron pintados en los nichos del teatro municipal.

Botes de diamantina que se sacudían para alumbrar el espectáculo desde la intensidad de los colores hasta la gran creatividad de los genios ocultos detrás del telón.

La malvada bruja, más conocida como el “hada verde”, intentó destruir el amor y la fantasía que flotaba en todo el auditorio.
Sacudió su varita mágica y se desapareció a ella misma para no enfrentarse con el verdadero arte.

Al fin se casó la princesa con su príncipe y los aplausos de la gente cada vez se hacían más fuertes.
El show aún no había terminado, faltaba el baile de los invitados a la recepción.
Primero empezó el gato con botas y su novia, luego la caperucita roja con el lobo, sinceramente nose quién lo invitó…
Luego el pájaro azul  con sus amores “viento y libertad”.

Los asientos eran rojo vivo, los vitrales de la cúpula eran como mirar el cielo de la “divina comedia”.
Esa noche todo fue clásico; la música, el baile, el lugar, la decoración, el bar, mi discurso, la compañía, y mi espíritu soñador.



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