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viernes, 11 de noviembre de 2011

Encontré un lugar en dónde meditar y comprender lo que estoy meditando

Mágica noche pasaste ayer comiendo comida vegetariana, me contagias de tu diversión. Fueron extravagantes como las que yo pasaba en el puesto de picarones de Barranco, en la terraza de un restaurant bebiendo vino o bebiendo pisco, comiendo y conversando.
Me gustaba observar a las personas que se sentaban cerca a mi mesa, me gustaba ver las actuaciones de las meseras y sus actitudes ante la insistencia de un muchacho tacaño.
Eran aventuras divertidas, habían también de las malas, de las que prefiero no mencionar pues sonaría muy grotesco y vulgar.

Barranco y sus calles bohemias, música y bares, discotecas de mal vivir. Recovecos oscuros, diversión y tranquilidad al mirar desde un ángulo la capilla, el puente y el mar.
Me gusta caminar, siempre que lo hago converso conmigo  misma. Me olvido que tengo que mirar a los dos lados antes de cruzar la pista, me olvido del semáforo, de los transeúntes como yo. Sólo me enfoco en la densa neblina del invierno y en el frío que me llega hasta los huesos que duele hasta ya no poder más. Pero sigo sufriendo como si fuese una penitencia, tal vez por no haber asistido a un evento familiar, por no haberle agradecido una buena acción a alguien, por no haberme solidarizado con algún compañero, por no saber cómo decir las cosas cuando las tengo que decir, por eso y tantas razones que me perturban y se apoderan de mis pensamientos cuando camino sin rumbo, sin rumbo hacia la noche, dónde salen los gatos y las prostitutas. A la hora en que se abren los bares, en que cierran los restaurantes y en que otros se ponen a escribir.

Estos son días solitarios como los de Semana Santa, días para meditar y arrepentirme de los pecados. Les digo así porque en algunos casos pueden ofender o entristecer  a los demás, no son los pecados capitales como la gula con los que no le hago daño a nadie, son otros que manchan mi alma, donde entran el rencor, el odio, el egoísmo, etc.
Mi abogado dice que con la fría caminata de media noche, con las miradas de las almas en pena y con el cantar de los mares, la melancolía de la soledad, me libraré de una, sólo una pena o cargo de consciencia de los miles que guardan mi corazón.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Las trampas del recuerdo

Recuerdo esos días en el malecón miraflorino, con las alegres angustias del alma, donde las gaviotas y gallinazos volaban al ras de nuestras cabezas.
El sol brillaba, se opacaba y volvía a brillar. En invierno o verano el mar nos daba la bienvenida con gotas de agua y de cerveza también.

Un lugar especial donde charlábamos bastante y nos hacíamos muchas promesas. Habían hartas razones para saber que siempre estaríamos juntos, pero al pasar del tiempo cada uno hizo nuevos amigos, conoció nueva gente, cambió de trabajo, de vida, cada uno con nuevas responsabilidades; préstamos, esposa, hijos, profesión, etc. Pero ¿qué más da? Ya no importa recordar nostálgicamente aquellos tiempos, ya no me afecta.

Regresé la noche de ayer a caminar por esas calles, pasé por un parque encantado, una banca con una pareja de ancianos, unas líneas iluminadas espectaculares, tan increíbles como el azul me queda a mí. Me detuve al borde del acantilado y respiré hondo una vez, dos veces, tres veces, cuatro, cinco, seis y las que fueran necesarias para decir: aun respiro, estoy viva.

Por un momento  creí que estaba recogiendo huellas de una vida; de una vida oscura y profunda. Seguí caminando, me metí al jardín y vi saltar un conejo blanco con un letrero en el lomo que decía “sígueme”, lo seguí hasta los arbustos y entré a una cuevita llena de zanahorias; hermosas zanahorias como las de los cuentos, anaranjadas y de hojas muy verdes. Frescos vegetales de un lugar grande, libre, vacío, frío y emocionante.

¡Frescos vegetales!, ¡Frescos vegetales!
“Se venden frescos vegetales”
Nose en qué momento fui a parar en el mercado Santa Cruz, donde la gente se compra 0.50 centavos de ají para acompañar el almuerzo. Bueno, no quiero dar detalles de la hora del refrigerio porque en este momento se supone que debo estar caminando en libertad por un parque encantado sintiendo la brisa del mar y la frescura de los árboles, nose en qué mala hora terminé en el mercado.

A lo lejos puedo observar la cruz, esa que aparece todas las noches, dicen que iluminada por los espíritus de las aguas. Oigo también el canto de las sirenas. Apareció la ballena Willy y Nemo… No, creo que me estoy equivocando de historia.
El asunto es que no me rendí, seguí caminando tratando de encontrar algún portal que me llevase hacia otra dimensión, hacia otro plano, etc. pero no había nada nuevo pues todo ya había sido contemplado: la luna, las estrellas, el mar, los jardines, los árboles, las ramas, las hojas, la lluvia, el aire, los tachos, las casas, el frío, las lechuzas, las personas, los perros, los carros, las pistas y todo, todo lo que hay en ese camino le pertenece a mi estado de contemplación, a mis sentidos, a mi amor, a mi vida.

Luego de una hora, después de un pestañeo abrí los ojos lentamente; estaba dentro de un cuadro, quise salir y no pude, pues había una voz que me decía:
“el estar recordando y recordando tu pasado te atrapó, pues ahora los enmarcaste contigo a dentro y así jamás los podrás olvidar. Da gracias a Dios de vivir dentro de un hermoso paisaje”.

Atrapada en los recuerdos quedé. Metida dentro de un bellísimo lugar encantado. Sola sin imaginar qué más podría encontrar sabiendo que ya lo he visto todo. Buscando esperanzas para escapar después de lo libre que me sentía. Pensando que el cielo azul oscuro con un poco de neblina está hecho de pintura, que cuando llueva terminaré verde por el tinte de los árboles, que el conejo blanco era hecho de óleo.

¿Qué hice para merecer una mágica prisión? Qué tortura es imaginar en dónde se encuentra este cuadro, en dónde estoy yo, ¿Qué pasó con mi vida? ¿Dónde están mis amigos? ¿Por qué no están aquí pintados conmigo?

Gira, gira, respira, acaba y vuelve a empezar.

A veces se siente el pesar ajeno.
Al sentirlo deja de ser ajeno y se vuelve tuyo.
Sólo por alguna casualidad absorbiste una pena del aire, basta con levantar el teléfono al oír una llamada que no era para ti.

A veces las penas se encuentran flotando en el ambiente como si fuese el nitrógeno, el oxígeno, el helio, el metano, el kriptón o cualquier otro componente del aire.
Por ahí se inhalan de casualidad.

Nada de estas palabras tiene mucho sentido para el oído ajeno, pero sucederá lo mismo, tratarás de interpretarlo a tu manera hasta que estas palabras que al principio fueron ajenas por no encontrarle razón, como a las penas, terminen siendo tuyas ya que sin querer le diste un significado propio.

¿Cómo es el mundo no? Estamos conectados a cualquier hora, en cualquier situación y en cualquier lugar, sea por mail, por fax, teléfono, por pensamiento, o por un simple texto que leíste en cualquier momento.

Identificados al oír una canción, al levantarnos a la misma hora, al leer los mismos poemas, al sentirle miedo a la muerte, todas estas razones nos harán conectarnos en el algún momento de nuestras vidas.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Por los siglos de los siglos

Un día como hoy he podido ver muchas cosas:
1-      Que somos muchos los que tenemos demasiado que contar.
2-      Que no conocemos a los que nos rodean.
3-      Nadie conoce la verdad de nadie.
4-      Y que Dios trajo al mundo a los homosexuales.

Ahora que hay tanto hambre, tanta pobreza y tantos niños abandonados, qué mejor que una pareja de homosexuales que no pueden procrear, para poder adoptar como hijos a tantos niños que necesitan un hogar. ¿Por qué no?

¿Qué hay de malo en sentir diferente?, en pensar de otra manera. A veces uno se da cuenta con un comentario que hace, con decir algo que uno piensa, y basta que con una sola de  las 5 personas que están sentadas en tu mesa se escandalice para luego uno mismo decirse: ¿para qué decir lo que siento?
Sólo se ganan reproches, sermones, gritos, malas discusiones y me vuelvo a preguntar ¿Qué hay de malo en sentir o pensar diferente? ¿Por qué seguir patrones?

No somos fabricados, no venimos de un almacén humano, somos personas cada cual con virtudes y defectos, con formas de pensar, de ver la vida, con historias y crianzas distintas, contamos con criterio, algunos con y otros sin sentimientos, unos felices y otros tristes. Con rencores y resentimientos, algunos otros retraídos, enfermos, discapacitados, optimistas o depresivos.
Hay por ahí criminales, ladronzuelos, estafadores, mentirosos y sin pudor.

Y me pregunto otra cosa: ¿Dónde está el delito por ser homosexual?, ¿dónde está el delito por usar un tatuaje, por ser pobre o por no tener estudios?
A veces me queda la duda si realmente somos obra de Dios u obra del mal. Pasan los años, las décadas, los siglos y milenios y el hombre sigue exactamente igual, evolucionando en la ciencia, en los inventos, pero seguimos siendo los mismos cavernícolas que estrenaron la tierra.
No me siento horrorizada de esto, pues  es parte de mi mundo, no siento que deba culpar a nadie ni sentirme ofendida. Tampoco estoy de acuerdo con las penas de muerte y es mi forma de pensar. No me gusta oír la misa y menos el momento en que todos se dan la paz.

Me gustaría saber cuántos sienten lo mismo, o cuántos se dejan llevar por los patrones con los que hemos crecido, me gustaría saber también si hay alguien que rebalsó el molde o se quedó a la mitad, o simplemente quiso esparcirse por otro lado.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Nunca se acaban los retoques y menos cuando la cosa no rima

Huele a cera amarilla y el cielo está bien gris…
Los globos con helio llegan hasta el techo…
Más recuerdos… cintas celestes y la madera brillante.
Los tapetitos bajo la loza no impiden que alguien las rompa
 y los vasitos de colores llevan dentro gelatina mientras rodean la torta con lentejitas.

Un universo en que todo giraba y nadie vomitaba.
Los caballos eran como los de un carrusel y yo cantaba comiendo un frio tallarín.
Huele canchita, huele a chicha morada…
Trazos de pisadas feroces en el suelo recién lustrado.

Es que sólo una canción me hace sentir lo que algún día sentí y ya no lo siento aquí.
Un clima lejano, un olor a limpieza comienzan a caminar, los veo venir hacia mí... disfrazados de payasos salvajes…

Había dos cuadros especiales para mí, especiales para todos los niños que estuvieron ahí.
 Pero el pintor de los payasos ahora está en el cielo haciendo girar el carrusel…
Serán futuros jinetes lo que vendrán a gritar, los que vendrán a estresar o los que vendrán a disfrutar…

El carrusel se volverá fantasma si no vuelven a verse a los niños ni a los culpables del olor a limpieza y de las ricas golosinas. A los culpables de ser inocentes y de que las penas más grandes sean no haber ido a Disney de pequeños.
Pero ahora recordando vuelvo a montar el caballo, a dar vueltas en el carrusel, a comer gelatina y a bailar Salserín.  

Sólo un día más es el que pido para seguir recordando, para gritar y revolcarme en el suelo como en los viejos tiempos, para acostarme a mis horas y salir del colegio a las 14:00 horas y tener toda la tarde libre comiendo cereal y jugando solitario como me gusta a mí.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Rosaura

Ay Rosaura!
Si yo fuera bonita diría “dichosos los ojos que te ven”, así no tendría nada que envidiarte.

Ay vida mía!
Si  yo fuera millonaria no le temería a mi jefe porque no lo tendría, ni les temería a las mujeres que se pasean meneando la cola por las calles de esta capital.
Si te faltaran los dedos me convertiría en tu escribidora de cuentos fantásticos para que no te dediques  a mirar a las criaturas malvadas que se soban la lengua por los labios tratando de seducir almas buenas.
Si yo fuera un ángel, no tendría miedo de que tú fueses un mortal.
La santidad me dejaría perdonar y a las mujeres hermosas no envidiar.

Ay Rosaura! Rico bocadito del cielo, si no me gustaran tus manos te mataría por los celos.
Ay preciosura divina del cielo! Si no tuvieras esos enormes ojos reaccionaría antes de que te me escapes.
Rosaura! De precioso cuerpo, gata del demonio y espía de los ángeles, si no tuvieras esa dulce sonrisa te empujaría al mismísimo infierno.

A robarle su casita

Seguía esperando que la cuculí baje para mostrarte sus pobres encantos.
Quería mostrarte como se alimentan en el malecón.
Se alimentan con el maíz de la mano que te acaricia cuando no quieres cazar.
Se alimentan de la mano enamorada que se vuelve tu cómplice cuando quieres matar.

A regar el mar, a regar las olas.
A volar todo el día, que la noche es para amar.

A comer las palomas, a matarlas en su vuelo.
Triste funeral en un pozo “gastritero”.

Una casita de maíz, un nido sobre el árbol.
A robarle su casita, que pronto serán nuestro estofado.

Al infiero caeremos, pero yo me lavaré.
Me lavaré las manos porque yo nunca las maté…

¿Me ayudan a buscar al asesino?

Después de estudiar tanto sobre los psicópatas y sociópatas, me entró un fuerte dolor de cabeza. Mis recuerdos comenzaron a girar muy rápido hasta llegarme a hostigar del tema. Pero ahí seguía, dándole muchas vueltas al asunto como un típico amor enfermizo.
Si bien todo esto me inspiró a crear una entretenida historia de suspenso, mi falta de creatividad y constancia me permite escribir sólo esto.

Fue en ese momento de regresar a los recuerdos cuando comencé a darme cuenta que así sólo sea 1 % de la población la que nació con esta interesante diferencia, que en nuestras vidas siempre se ha cruzado una de estas personas.
A veces están más cerca de lo que te imaginas. Y que te quede claro que si las conociste alguna vez, nunca fue de casualidad, porque nada es de casualidad.
Con esto te digo que fuiste víctima de un juego de manipulación, como una pequeñita ficha de ajedrez.

 El psicópata es el Dios de las calles y de la sociedad. A pesar de ser una persona antisocial, con raros intereses, sabe perfectamente como manejar al que lo rodea. Sabe exactamente como hacerte creer que todo fue por pura casualidad.

Estuve recordando a un amigo cuyas historias trágicas me hicieron alejarme de él un tiempo. Trataba de recordar alguna característica que lo defina como psicópata o esquizofrénico. Hasta ahora no llego a ellas, creo que era verdad todo lo que me contaba y a pesar de tantos daños emocionales que sufrió de pequeño aún sigue levantándose todas las mañanas, sigue soportando a sus padres, sigue estudiando y buscando la manera de alejarse de todo mal que le rodea. Sigue luchando después de haber sufrido tanto, y me sigue conservando como amiga.
Es un amor del la adolescencia del cual jamás descolgaré su retrato de mi memoria porque no es un psicópata, no es un enfermo mental, no es un muchacho especial, pero es un humano diferente el cuál no encuentra grupo social en donde encajar.
Por eso es “un humano diferente”.

Sigo rebuscando en el baúl de los recuerdos y tengo la necesidad de encontrar a alguien extraño. Quiero conocer a una persona a la cual pueda temer y observar a través del ojo mágico de la puerta. De perseguirla y descubrir sus secretos, de saber que hay oculto en el sótano de su casa, y así seguir hasta terminar siendo descuartizada por un psicópata y esto se convierta en un testimonio de un asesino a sangre fría que mató a una víctima que creyendo que todo hacía por su voluntad, (refiriéndome al espionaje) fue todo planeado, porque como lo dije antes “nada pasa por casualidad”.


martes, 5 de julio de 2011

No siento

Cuando la belleza de los puros sentimientos llegan hasta lo más alto del cielo, las lágrimas de alegría caen desde él hacia lo que queda de mí. Me mojan y con el triste frio me quedo sin movimiento, sin respirar, sin vida…
Las penas y las alegrías están agarradas de las manos, están pintadas sus uñas con el mismo color de esmalte. Su cabello se mueve igual con el viento y las dos disfrutan de las 4 estaciones.
No hay verano hermoso lleno de atardeceres que no estén sintiendo un enorme pesar en su vivir.
No hay libertad mejor vivida que no tenga momentos de vacíos al cuál buscarle un poco de materia con la cual completar el hueco pasado.
No hay libertad mejor vivida que el de un marinero en busca de aventuras para amar.
No hay ningún día en mi vida sin que deje de mirar el cielo como el día en el que me preguntaba por la estrella que me alumbraba, si era la de los deseos o un planeta de fuego.

Siento miseria en mis letras y una severa  agonía…
Siento que hoy no estoy inspirada.
Siento que hoy no es mi día.