Erase una vez un piano y una guitarra; dos copas de vino, y no pasó nada.
Erase una vez un piano, una guitarra y una pandereta; tres copas de vino y pasaron muchas cosas con certeza.
Al día siguiente, al despertar encontré una voz que se atrevió a cantar y hacer los coros con un pedazo de madera.
Erase una vez un piano y una guitarra; una botella de vino y una noche sin final.
Erase una vez un cuadro sub-realista sobre mi cama y un pijama.
Al día siguiente, al despertar no había nadie en el sofá.
El teclado del piano tocó mentiras en DO, MI, FA, SI, DO y SOL.
El sostenido lo hice yo.
Erase una vez un descontento musical, una mentira y una guitarra.
Erase una vez un DO, un sostenido, un tonel de pisco y una pandereta.
Al día siguiente al despertar, desaparecieron las notas y sólo quedaron SOL sobre MI.
Sucedió todo lo que se desea que ocurra cuando estás desesperada por componer las mejores canciones.
Erase una vez un piano y una guitarra…
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