El silencio de esta madrugada, la neblina que ronda por las calles a media luz y este invierno tardío, me hacen pensar que hay dos días en el año que no existen, el pasado y el futuro. Entonces esta noche estoy que pienso y extraño algo que ya no existe; tú.
En ti pienso, sobre ti medito. Sobre si tuvimos un amor bonito o lo imaginé. Si tuvimos un amor que no pudo continuar por tener caminos separados.
Cada uno partió a un continente distinto aprendiendo cada día más de la vida.
No pretendo atravesar los mares para encontrarte. No considero útil demostrar algo o nada.
Y así como un día cualquiera e inesperado llegamos a estar juntos, fue de la misma manera que nos separamos.
No me imagino un encuentro en tierra, no!
Es muy probable que nuestros corazones estén volando ahora y que nos volvamos a ver cuando nuestras cometas se vuelvan a enredar en el cielo. Seguramente un nuevo amor disfrazado de niño para ambos desatará el nudo porque no fuimos hechos el uno para el otro, sino para hacer cosas grandes en la vida, y una de ellas fue haberte conocido.
Con esta carta me despido de ti porque ya no escribiré ni la tercera ni la cuarta.
Adiós amor y que tu cometa vuele muy alto para poder verla siempre desde alguna ventana.