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viernes, 27 de julio de 2012

Carta de amor nº1

Después de dar un largo suspiro, sólo me queda decir… Oh! Vaya, qué inspirador!
Tenía tantas ganas de ver esa película que sin pensarlo dos veces me puse las zapatillas, saqué mi abrigo (solo para que suene bien porque en realidad no hace frío en Lima), cogí mi bolso y bajé los 5 pisos para llegar hasta “Polvos Rosados” y comprarla.

¿Dónde andarás?
¿Qué será de tu vida?
¿Te estará yendo bien?

…Vuelvo a suspirar y decir por segunda vez “Qué inspirador”.
Soñando con tus clases de anatomía, recordando tus canciones a escondidas, pensando en la persona que te descubrió e hizo que mis ojos y deseos se fijen en ti.
Recuerdo aquella vez que yo conducía mientras tú a mi lado con tu guitarra azul estabas cantándome “Over the rainbow”.
Estás muy lejos ahora, tu voz ya no llega a casa donde te espero para tomarnos un té con queque inglés.

Tango te extraña, aúlla en las noches al lado de la ventana esperando el día en que vuelvas. Siento que el fuerte oleaje del mar cada día te aleja más de aquí, siento que ya no hay remedio y que las cosas se dieron de esta manera porque así lo mandó Dios.

¿Si te extraño?, pues hasta ahora no he tenido el valor de voltear los portarretratos para no verte, no he podido, así que te veo todos los días por cada rincón de la casa, y si, te extraño mucho.
También recuerdo ese atardecer cuando fuimos a montar caballo en la playa, ¿sabías que hice muchas promesas que jamás te declaré?, se las prometí a mi corazón y creí que era una señal en el momento que lo hice, porque lo sentí. Vi en el sol reflejado nuestro futuro como si fuese una bola de cristal.

Pues hace un tiempo ese atardecer se terminó, se echó a dormir y ahora empezaron los días nublados en los que pienso cada vez más en la muerte, donde me aterra la idea que cada día que pasa se acerca más y la desesperación de no saber cuándo.
Pues Tango, no me queda de otra que decirte cada vez que oigo tus aullidos, que mis temores han resucitado al estilo “reencarnación”, porque han resucitado dentro de mí.

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